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En la Fundación El Sembrador, entendemos el empleo como un instrumento imprescindible y necesario en un modelo de intervención social, en el que la inserción económica, a través del desempeño de un empleo normalizado, o una actividad socialmente útil y remunerada, debe constituir el final de un proceso de inserción social de aquellas personas en situación de pobreza y exclusión social con las que trabajamos. Este modelo de intervención es el que conjuntamente con Cáritas Diocesana de Albacete y los servicios sociales de base denominamos “Itinerario de inserción social y laboral”.

Este itinerario está compuesto de las siguientes estructuras:

  • Servicio de acogida y asesoramiento para el empleo.
  • Talleres prelaborales, en los que trabajamos las habilidades sociales mínimas.
  • Talleres laborales, en los que se prepara a los participantes para el desempeño de un oficio.
  • Empresas de inserción, en las que se compagina el trabajo normalizado con la formación, teniendo como objetivo final, que en un plazo prudencial de tiempo, la persona pueda formar parte de cualquier otra empresa del sector.
  • Empleo en empresas colaboradoras.

Nuestra actuación está integrada en el Servicio de Orientación Laboral de Cáritas Diocesana de Albacete, centrándose la labor de la Fundación El Sembrador en la atención de estos colectivos en las tres últimas etapas de este proceso de itinerario de inserción y más concretamente en la creación e impulso de empresas de inserción, empresas que desarrollan una actividad económica, y como tales están bajo el marco de la legalidad (Ley de Economía Social y Ley de empresas de inserción), pero lo hacen desde otros principios y aquí estriba su radical diferencia.

El principal objetivo de la empresa de inserción no es el lucro económico, sino por el contrario, la empresa social se crea por y para la creación de empleo. Son proyectos que se rigen y son valorados por principios de solidaridad, de responsabilidad, de contribución al bien común y de participación.

La empresa de inserción se convierte en un espacio de fraternidad, un lugar donde los hermanos más empobrecidos también tienen cabida y donde se posibilita que contribuyan a la construcción del bien común.